Si bien la construcción y edificación sostenibles no son temas nuevos para el sector inmobiliario, es una novedad el impulso que ha tomado a nivel mundial la preocupación por la sostenibilidad en este sector, dejando de ser un mero nicho de mercado para ser una tendencia importante. La percepción de la industria de los edificios sostenibles dio un giro: tradicionales objetivos de ahorro de costos se complementan ahora con un creciente interés en el potencial de estos edificios para abordar desafíos de sostenibilidad económica y social más amplios, así como problemas relacionados con la salud y el bienestar.

Por construcción sostenible (“sustainable real estate” o “green buildings”) se entiende aquella que desde el diseño y la planificación de las obras piensa en la eficiencia de los materiales y su ciclo de vida, los procesos de edificación, el urbanismo circundante y el impacto de los edificios en la naturaleza y la sociedad.

A modo de resumen, debajo detallamos algunas dimensiones que deben ser consideradas por los desarrollos inmobiliarios sustentables:

• Reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2). El sector inmobiliario actualmente contribuye con un importante porcentaje de las emisiones de CO2 a nivel mundial. Estas emisiones provienen tanto de las actividades de construcción como de los materiales utilizados, por lo que la búsqueda de sustentabilidad en este asunto debería encauzarse en una reducción de las emisiones con énfasis en ambos sentidos. En la construcción de una vivienda sostenible se deben utilizar materiales que en su cadena de producción respetan las normas ambientales, son reciclables y de larga duración.

• Mayor énfasis en la salud y la equidad social. La pandemia de COVID-19 y los últimos acontecimientos en el mundo han elevado la necesidad de un desarrollo global que enfatice la salud y la equidad social. Tanto el uso de la tierra, la zonificación y la ubicación de los servicios públicos son fundamentales para distribuir mejor la equidad, por lo que debe ser un aspecto clave a la hora de proyectar desarrollos inmobiliarios.

• Economía circular. La cronología de un proceso inmobiliario suele darse de la siguiente manera: se identifica un terreno, se desarrolla un diseño, se produce (construye) y se entrega. En cambio, el mercado global actual se inclina por generar diseños y economías circulares. Es decir, ver al proceso de construcción como un ciclo, donde los residuos de un proyecto se vuelven los insumos de otro, eliminando al máximo los desperdicios. Una visión circular del desarrollo inmobiliario puede además generar beneficios económicos no explorados hasta el día de hoy en muchos proyectos. Con esta idea de economía circular será el centro de investigación en Basilea, Suiza, que construirá un arquitecto uruguayo que ganó recientemente un concurso en dicho país, ya que el proyecto supone segmentos que pueden ser desmontados para ser reutilizados en otros usos sin que sea necesaria su demolición cuando el edificio deje de ser útil como tal.

• Eficiencia energética. Debido a los altos niveles de consumo de energía y la fuerte dependencia de los combustibles fósiles como el petróleo y el gas, es un aspecto clave la implementación de un suministro de energía más sostenible en el sector inmobiliario. La eficiencia energética se presenta con alta prioridad y como una característica exigida con frecuencia por los futuros ocupantes de los inmuebles que se construyen. En esta línea, la Unión Internacional de Arquitectos lanzó el compromiso de lograr que las construcciones logren tener un consumo energético cero para el 2030. Esto es, que la energía que un inmueble produzca sea igual o superior de la que consume.

• Reducción de residuos a lo largo del ciclo de vida de un edificio. El creciente interés en la reducción de residuos ha dado lugar a la creación de herramientas de construcción y certificaciones que son específicas para los residuos en la construcción, utilización y demolición de edificios.

• Impacto social. Una construcción sostenible debe buscar asegurar las necesidades esenciales del presente (desarrollo social, crecimiento económico y protección medioambiental) sin comprometer las necesidades de generaciones futuras.
En esa línea, una de las preocupaciones más fuertes es la contribución que hacen los proyectos inmobiliarios en materia de beneficio social, espacio público y ecología. El diálogo de cada proyecto hacia la ciudad, así como el impacto que genere, están al centro de su definición sustentable. En otras palabras, sostenibilidad implica congruencia colectiva y política urbana.

Asimismo, no debemos dejar de destacar que el apetito por la inversión ESG (ambiental, social y de gobernanza) sigue aumentando, por lo que, el esfuerzo por acoplarse a este paradigma significará para las empresas del sector inmobiliario más oportunidades para que esos inversionistas coloquen su capital u otorguen financiamiento. En esta tendencia, en diciembre 2021 BBVA se convirtió en el primer Banco en Uruguay en ofrecer un crédito hipotecario “verde”, con importantes beneficios a nivel de intereses, comisión de administración y plazos como forma de fomentar la sostenibilidad en la vivienda.

Los inversores, los ocupantes, las ciudades y los gobiernos pueden y deben jugar un papel clave para lograr que la industria inmobiliaria logre cumplir parámetros ESG en el contexto de la construcción y explotación de inmuebles.