Artículo de Dr. Nelson Larrañaga Zeni.

En las dos últimas rondas de los Consejos de Salarios, los actores laborales dinamizaron la concreción de beneficios sociales de alta significación para los trabajadores (por ejemplo, licencias especiales para cuidados de familiares, financiación para la construcción de guarderías, seguros de vida, servicio de acompañantes en sanatorio, servicio fúnebre, sala de lactancia). En otros casos se acordaron licencias especiales para los trabajadores que fueron víctimas de violencia doméstica o se asumió el compromiso de darles contención profesional.

Las normas protectoras laborales llegaron a un determinado nivel de beneficios que dejan poco espacio para seguir agregando más prestaciones. Se puede observar marginalmente que todavía se pactan primas por antigüedad y presentismo, una mejora del salario vacacional legal o del porcentaje por trabajo nocturno o algún feriado especial para un determinado sector de actividad. Todavía quedó espacio para que en dos subsectores se acordara un feriado pago para el trabajador en su día de cumpleaños.

Dado este agotamiento de concesión de mejora de los beneficios laborales existentes, la tendencia ahora es que los trabajadores reivindiquen beneficios sociales referidos al cuidado de la salud del trabajador y de familiares enfermos, subsidio de la empresa para hijos de trabajadores con discapacidad, apoyo económico para solventar gastos en útiles escolares y liceales, complementos de subsidios de seguridad social, reintegro de gastos de salud, seguro de vida y de servicio fúnebre, entre otros.

Algunas ramas de actividad ya habían sido precursoras de este avance de lo social a las relaciones laborales. Comenzaron con la constitución de Fondos sociales de vivienda para apoyar a los trabajadores en la construcción de su unidad habitacional (por ejemplo, industria gráfica), que se adicionaron a los movimientos agrupados en cooperativas de vivienda. En la actualidad está por ponerse en marcha el Fondo de Vivienda de la Industria Metalúrgica.

En el pasado, en algunas otras actividades se pactaron apoyos económicos de las empresas para financiar una guardería que comprenda a todos los trabajadores de la rama (por ejemplo, banca privada). En otros sindicatos era común que fomentaran la recreación de los trabajadores creando colonias de vacaciones, solicitando apoyos económicos a los empleadores para su financiación.

El sector de la construcción consolidó esta tendencia de apoyo de lo laboral a lo social mediante la constitución de tres Fondos de financiación por parte de los empleadores y trabajadores. Así existe el Fondo de Cesantía y Retiro (FOCER) que brinda tres prestaciones: por cesantía en el trabajo, por retiro del trabajador de la industria y otra por fallecimiento del trabajador.

Otros fondos en la construcción están dados por el Fondo Social de Vivienda (FOSVOC) para brindar apoyo económico para el acceso a la misma. Y finalmente hay otros dos fondos con la misma financiación bipartita: uno llamado Fondo Social de la Construcción que fomenta y apoya la capacitación, salud y recreación de los trabajadores y sus familiares; y el otro es el Fondo para la Capacitación destinado a la capacitación profesional.

En Uruguay existieron y cada vez menos existen experiencias de mejora en la protección social de la cobertura de salud. Una Ley de 1975 había autorizado salirse del sistema oficial de salud del Banco de Previsión Social (BPS), mediante la constitución de un fondo bipartito acordado entre las empresas y sus trabajadores. Estos fondos institucionalizados en Cajas de Auxilio y Seguro de Enfermedad de administración bipartita fueron muy exitosos en la mejora de las prestaciones de salud para los trabajadores.

Pero la Ley de Reforma de Salud incorporó a todos los trabajadores de estas Cajas al FONASA y les quitó los aportes patronales y en forma paulatina los aportes personales que antes iban a un fondo común. Esto determinó que muchas Cajas de Auxilio desaparecieran y las que quedaron subsistentes lo hacen con aportes extraordinarios de los empleadores y trabajadores por encima de sus aportes al FONASA.

En la última fase de la sexta ronda de Consejo de Salarios que está comenzando, aventuramos a opinar que este avance de lo social a las relaciones laborales se va a ir consolidando, como una forma de mejora del bienestar integral de los trabajadores, que demandan no solo los aspectos salariales, sino también la atención a situaciones a las que están expuestos como ser social. El punto en debate es si las empresas estarán en condiciones de aceptar estas reivindicaciones sociales, que se adicionan a los ajustes salariales.