Las fintech –empresas que usan tecnología para prestar servicios financieros- están entre nosotros. Las plataformas tecnológicas se usan ya para hacer pagos electrónicos, intercambiar divisas, administrar cuentas de los usuarios e, incluso, para otorgar préstamos entre particulares donde los inversores eligen a quién le van a otorgar el crédito. En Uruguay hay varios ejemplos como Bits, Paganza, Inversionate, Tutasa, Qoollet, Prezzta, a los que año a año se van sumando más.

En algunos países estas actividades están reguladas con el fin de facilitar la inserción de estas empresas, mientras que en otros, la regulación es bastante restrictiva como en el caso de Alemania. También hay jurisdicciones, como la nuestra, en donde aún no hay regulación.

La incertidumbre es enemiga del desarrollo y, es por eso, que las fintech se asientan en lugares en los cuales hay regulación clara y especialistas en sus órganos regulatorios. La FCA, el regulador de servicios financieros de Reino Unido, es un ejemplo de regulador proactivo, que trabaja en conjunto con las fintech para explicar y adaptar la regulación a las necesidades de este tipo de empresas.

Uruguay requiere una regulación clara y flexible que beneficiaría a estas nuevas empresas y a las instituciones financieras tradicionales (incluidas las empresas de seguros), que podrían aprovechar esa maleabilidad para desarrollar negocios que hoy no pueden hacer directamente. La Ley de Inclusión Financiera y algunas regulaciones del Banco Central del Uruguay dieron un empujón, pero se requieren reglas claras y específicas.

El momento para buscar alianzas es ahora, porque las fintech aún dependen de las plataformas de los bancos para operar: quien se adelante y abra sus puertas logrará más alianzas que le permitan luego crecer exponencialmente su negocio. Se trata de combinar la agilidad de una startup con el respaldo y solidez financiera de un banco o institución financiera tradicional o el profundo conocimiento en el manejo de los riesgos y la impronta de una empresa de seguros.

Los niveles de colaboración o combinación pueden ser muy variados. Desde acuerdos con mayor o menor permanencia para utilizar las herramientas ya desarrolladas hasta la adquisición por parte de las instituciones financieras o de seguros de participaciones en empresas de tecnología. También hemos visto bancos que crean o incuban compañías de tecnología independientes o que crean fondos para financiar el desarrollo de este tipo de startups con la finalidad de mantenerlos “en la lupa” e identificarlos tempranamente.

En cualquier caso, un marco regulatorio adecuado permitirá que las fintech y el ecosistema emprendedor en general vea en Uruguay un lugar atractivo para desarrollar sus plataformas hacia el mundo, como lo encuentran hoy en Londres. Tenemos muchos beneficios que pueden ayudar a Uruguay a posicionarse como una laboratorio tecnológico de estas nuevas empresas, como las zonas francas con sus beneficios impositivos y como personal cada vez más capacitado hacia las áreas tecnológicas. Todo lo cual generará más trabajo y oportunidades en Uruguay para jóvenes calificados, para que se queden y se desarrollen en nuestro país.