Desde su surgimiento, la comunidad Crypto trabaja en posicionar a la principal cryptomoneda, el Bitcoin (BTC); como una alternativa del oro en su rol de “activo refugio” ante las inestabilidades del mercado. Sin embargo, hoy las cryptomonedas en general podrían concretar dicho rol de refugio para un fin muy distinto.

Desde el pasado miércoles 23 de febrero, el mundo es testigo de un conflicto entre fuerzas armadas convencionales sobre el territorio de un estado; lo que en la teoría militar se denomina “guerra convencional”. Pero existen aspectos de este conflicto que distan mucho de ser “convencionales”.

Como represalia, el occidente ha desplegado una serie de sanciones económicas-financieras que buscan entorpecer a empresas e individuos rusos a acceder a los principales sistemas financieros del mundo. ¿Cómo se concretan estas sanciones que parecen ser meras condenas políticas? Fácil; a través de los sistemas financieros y sus actores.

A modo de ejemplo, una empresa uruguaya que intente importar un producto de una empresa rusa o si en la cadena de pago participe una institución financiera rusa; se encontrará con la respuesta del banco local confirmando que no podrán procesar la operación. La razón es que tanto la empresa rusa, su director, accionista o el banco que utiliza han sido incluidos en listas globales de cumplimiento que les prohíben operar con esa empresa o banco.

Es aquí donde las cryptomonedas y todo su ecosistema; es decir, desde centros de minado, wallets y principalmente las exchanges (el homónimo crypto de las bolsas de valores); pueden convertirse en otro teatro de operaciones del reciente conflicto.

Desde su concepción y luego como una de sus principales ventajas; las cryptomonedas funcionan justamente por fuera del sistema financiero convencional. Particulares hacen transacciones en forma directa sin el sistema de intermediarios o compran y venden activos digitales en exchanges en forma instantánea.

Si bien las relaciones entre las instituciones financieras, las autoridades regulatorias y el ecosistema crypto han evolucionado con idas y venidas, lo cierto es que cada vez más las cryptomonedas han ganado terreno y un cauteloso reconocimiento. De todas formas, existen detractores que las han señalado desde sus orígenes como una poderosa herramienta para circular fondos provenientes de actividades ilícitas.

Ante la imposición de sanciones por parte de Occidente, empresas e individuos contemplados en las mismas indudablemente buscarán canales y activos alternativos para seguir operando, es aquí donde las cryptomonedas surgen como un refugio hecho prácticamente a medida de la ocasión. No es casualidad que la cotización del BTC comenzó a dar señales al alza apenas el presidente Joe Biden anunciaba el agravamiento de las sanciones.

Lo anterior hace que estemos ante un momento crucial para los principales actores del mundo crypto; ya que las decisiones de hoy impactarán directamente en los constantes esfuerzos para lograr el reconocimiento de autoridades y del mercado en general.
La definición pivotea entre dos extremos totalmente opuestos, plegarse a los esfuerzos de Occidente y restringir el uso de las aplicaciones de custodia y comercialización de activos digitales a aquellos sujetos alcanzados por las sanciones o ser fiel a sus postulados originarios de mantener un sistema absolutamente ajeno a la injerencia de estados y mandatos políticos.

Cualquiera se la decisión, existirán represalias del lado perdidoso. Vale saber que un guiño al Occidente representa alinearse con los principales centros financieros globales que intentan legitimar el ecosistema crypto; pero implica una colisión directa contra uno de los principales países en materia de minado de BTC.

La solución sólo será el resultado del juicio moral de unos y económico de otros.