Gran parte de las empresas a nivel mundial son familiares. Esto significa que una o más familias tienen la propiedad de la empresa y, a veces, también se encargan de su gobierno o trabajo.

Estas empresas presentan grandes ventajas que las transforman en poderosos rivales para su competencia. Al ser una familia la que está detrás de la toma de decisiones, suelen moverse y avanzar con gran agilidad, haciendo difícil seguirles el ritmo.

La cotidianeidad y confianza de la familia muchas veces determina que el diálogo, además de más rápido, sea más claro y directo. Y a esto se suma el involucramiento y compromiso mayor que, generalmente, la empresa genera por tratarse no solamente de su ámbito de trabajo sino también de su sangre y su apellido.

Sin embargo, todo esto que puede representar una gran ventaja competitiva para la empresa y un sinónimo de éxito casi que asegurado, también puede significar lo contrario. Y es que la mezcla de la empresa y la familia puede generar graves problemas, si no se sabe diferenciar que, aunque entrelazados, son dos ámbitos por separado que se deben intentar manejar en forma independiente y sin confundirlos.

Ser hijo no es sinónimo de ser capaz para trabajar en la empresa. Ser yerno o nuera no alcanza para justificar una contratación y un nuevo puesto de trabajo. Pero no todas las familias y personas tienen los mismos criterios. Por eso, es fundamental que se tomen decisiones al respecto, que se planifique y se establezcan reglas claras a ser respetadas por todos.

En toda empresa se presentan situaciones disparadoras de conflictos, y en este tipo de empresas, esos disparadores suelen ser los cambios que se producen en la familia con el recibimiento de los hijos, el matrimonio y concubinato, la separación y el divorcio y el fallecimiento. ¿Cualquier hijo, al recibirse, puede ingresar a la empresa? ¿En qué cargo y con qué remuneración? ¿Las parejas de los miembros de la familia pueden formar parte de la empresa? ¿Bajo qué condiciones? ¿Se exige a los miembros de la familia celebrar capitulaciones matrimoniales para separarse de bienes y evitar que sus parejas adquieran parte de la empresa como consecuencia de la sociedad conyugal de bienes y el régimen de ganancialidad? En caso de separación y divorcio, ¿las ex parejas de los miembros de la familia que ya integraban la empresa pueden seguir haciéndolo o deben abandonarla? En caso de fallecimiento de los miembros de la empresa familiar, ¿quiénes los suceden en sus cargos?

Para evitar los múltiples conflictos que estas y otras cuestiones pueden causar y consolidar el éxito, existen “buenas prácticas” que sirven de guía para todas las empresas familiares a nivel mundial. Por ejemplo, la previsión de estas situaciones y su solución por medio de un protocolo familiar—que idealmente se debe hacer a tiempo, sin esperar a que los problemas se presenten—, o la profesionalización de la empresa, estableciendo un sistema que asegure que los cargos sean asignados a las personas más aptas para desempeñarlos y con una remuneración adecuada.

La familia siempre detenta la propiedad, pero lo aconsejable es que el gobierno de la empresa y el trabajo sean desempeñados por personas aptas para ello. Si esas personas son miembros de la familia, se cumplen todos los objetivos de esa empresa: ser rentable y seguir siendo familiar. Pero de lo contrario, si no hay miembros de la familia con aptitudes suficientes, es recomendable mantener el profesionalismo. Solamente de esta forma se alcanzarán sus dos objetivos primordiales: la rentabilidad y continuidad de la empresa, pero también y más importante, la paz, armonía y felicidad de la familia.

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María Virginia Salvo Cittadino: vsalvo@ferrere.com