Los números no mienten. La página que muestra a cada uno de los empleados de FERRERE Abogados tampoco. Las mujeres que día a día trabajan en la Torre B del tecnológico World Trade Center son más del 50% y se esparcen por todo el organigrama con firmeza y total naturalidad. Son estudiantes, juniors, seniors, gerentas y socias; y cada una de ellas tiene y tuvo las mismas oportunidades que sus pares hombres. Allí solo importa el talento que, por supuesto, no entiende de femeninos ni masculinos.

Por eso, “Chambers & Partners” – publicación internacional que desde hace más de 20 años distingue a las firmas de abogados más destacadas del mundo – otorgó al estudio uruguayo el premio a mejor iniciativa de diversidad de género.

Según la publicación, FERREREalienta constantemente a sus profesionales femeninas a luchar para poder formar parte de ese equipo de dirección, mientras les permite mantener el equilibrio entre el trabajo y la vida del hogar”. En diálogo con Galería, Geraldine Ifrán, Verónica Raffo y Sandra González – tres de las cinco socias de la firma – contaron su experiencia como mujeres y abogadas que en la cuarta década de su vida llegaron al punto más alto en el estudio que las vio crecer.

¿Por qué consideran que fue el estudio premiado?

Sandra González: El premio se le da a una firma que tiene el mejor resultado en cuanto a promoción y retención del talento femenino. En nuestro caso no tiene que ver con políticas de género, sino con una cultura. Acá lo que se hace es mirar cada caso o situación particular. Creo que el premio nos lo dieron porque tenemos resultados que son producto de una cultura. Cuando entras al estudio jamás sentís que hay una diferencia entre hombres y mujeres, ni entre compensación, ni en logros, ni en nada.

Geraldine Ifrán: Además lo vivimos muy naturalmente. Las tres ingresamos muy próximas en el tiempo y todas tenemos entre 15 y 16 años de trabajo acá. En ese entonces ya había una socia joven – Laura Ramón – y con peso en la firma, por lo tanto todas vivimos muy naturalmente la posibilidad de llegar a esa meta.

SG: Te dabas cuenta de que la figura de Laura Ramón no era decorativa. Ella tenía relevancia a la hora de tomar decisiones igual que otro socio. Creo que este premio que nos ganamos nos hace sentir particularmente orgullosos porque está en nuestro ADN.

Verónica Raffo: Sabíamos que no podíamos perder (el premio). Si sacamos la foto de la organización mostrando la cantidad de socias que hay en FERRERE, la cantidad de gerentes, de mujeres trabajando en el exterior, te das cuenta de que no es solo una política.

Se dice que FERRERE es una firma súper exigente. ¿Cómo se equilibra ese nivel de exigencia con la maternidad, por ejemplo?

VR: Tiene que ver con los desafíos que quieras emprender, que son muy exigentes tanto para hombres como para mujeres. La realidad es que en la medida que estés interesado en esos desafíos, encontrarás las maneras de reflejarlos. Además tenemos mucha flexibilidad de horarios. Somos una firma exigente porque tenemos clientes que también lo son. Entonces moldeamos nuestra cultura a esas exigencias. Al cliente no le va a importar si estás haciendo tus actividades de madres pero llegaste con el documento pronto en tiempo y forma. Sin duda hay mucha dedicación, sobre todo mucho compromiso por dar lo mejor, pero sabemos balancearlo.

SG: Desde su origen, la firma quiso diferenciarse de las demás que tenían 100 años en el mercado. Para competir en ese mercado, lo que Daniel Ferrere a la cabeza y los otros socios dijeron fue: “Tenemos que atraer el talento independientemente de dónde venga”. Acá no importaba de dónde venías, lo que importaba eran las ganas y el compromiso que le ponías al proyecto que la firma te otorgaba. Eso suponía no desperdiciar ningún talento. De ahí viene toda esta cultura. El tema de la cantidad de horas que se trabaja es cierto, lo hacemos; pero el mundo también es exigente. Los clientes cada vez saben más de tu especialidad, ya no somos el oráculo que da todas las respuestas. También es verdad que la tecnología ayuda y mucho. Hoy podés trabajar desde tu casa, desde la oficina o desde cualquier lado, y el cliente no se entera y no le tiene por qué importar. Con respecto a lo de las horas, me acuerdo perfectamente que Daniel Ferrere, hace muchos años, en un momento puso una muy fuerte presión para que las mujeres del estudio no estuvieran a las 19.30 en la oficina. La puso a Verónica de policía, y le decía: “Vieja, fíjate por qué las madres están acá a esa hora. Porque si sos productivo en el día no hay razón para que estén hasta tan tarde”.

VR: Creo que de nosotras tres ninguna ha faltado a los momentos importantes de nuestros hijos. Vamos a las fiestas de fin de año, los llevamos al médico, nos vamos más temprano si están en períodos de pruebas. Capaz que esos mails clave que teníamos que dejar prontos para el día siguiente los escribimos a las 11 de la noche. Está medido en las organizaciones mundiales que las firmas dirigidas por directorios mixtos, en general, son más rentables, producen mejores resultados, los empleados están más contentos. Por eso, estamos convencidos de que cada uno desde su lugar aporta y no podemos darnos el lujo de desperdiciar personas con lo escasa que es la gente con talento, ganas y espíritu emprendedor. Para nosotros, perder a alguien es muy duro, pero perder a ese alguien porque quiere ser madre o padre o porque no pudo balancear su vida familiar con el trabajo sería todavía más duro.

GI: Como vivimos muy naturalmente la posibilidad de que las mujeres lleguen a ascender en este estudio, también vivimos naturalmente el hecho de no sacrificar los compromisos familiares. Fuimos aprendiendo cómo manejar y armonizar el trabajo con la familia, porque es 100% posible. Por supuesto, implica sacrificio y hay que tener ganas. El apoyo familiar también es fundamental porque ellos tienen que entender lo que te llena profesionalmente.

VR: Hoy nuestro rol es ser un poco modelo de rol o inspiradoras de la gente más joven. Que puedan ver en nosotros alguien que hizo los esfuerzos, logró conciliar su vida familiar, individual y laboral.

SG: De todas formas, vale aclarar que esta firma no impone modelos de carrera. No todo el mundo tiene que seguir un camino único, nuestros caminos tampoco fueron los únicos posibles. Acá existen los desafíos y la libertad de cada uno de aceptarlos o no. Y aceptarlos en el tiempo que cada uno quiera. Hay lugar para muchas formas de estar acá adentro y de progresar a distintos ritmos o por distintos lugares. De hecho, las mujeres podemos decir: “Ahora quiero parar un poco el ritmo de mi carrera y no participar en algunas de las instancias de la firma porque quiero privilegiar el dedicarme a mi familia”. Eso es perfectamente posible, como también lo es tener un régimen más flexible y después, cuando los hijos son más grandes, retomar. Si ves los cargos de liderazgo de las mujeres de FERRERE vas a ver que cada una hizo un camino distinto y que, además, sus horarios son diferentes.

VR: Lo que hemos logrado cortar es ese cliché que existe a nivel internacional de que la mujer que trabaja en un estudio de abogados es una figura varonil, que no tiene familia, que se lleva el mundo por delante, que es malísima con todas sus colegas mujeres. La realidad es lo más lejano a eso que te puedas imaginar.

¿Jamás sintieron que tenían que ser más frente a sus pares hombres?

VR: El año pasado por primera vez en más de 15 años de trabajo me sentí discriminada. Parte de mi actividad tiene que ver con los temas sindicales y negocié muchos conflictos acá y en América Latina. Pero el año pasado un cliente decidió contratar a otra firma porque me dijeron que preferían tener un hombre a cargo de estos temas.

GI: Personalmente en la firma no me pasó. Ahora hacia el exterior, con respecto a clientes sí he tenido que demostrar aún más.

SG: Y con la juventud también hay prejuicio. Cuando entré al estudio Daniel Ferrere me decía: “Tenés que convencerte de que sos abogada, porque cuando te vas a reunir con un cliente lo primero que van a pensar es que sos la secretaria”. Es cierto que las cosas cambiaron para mejor, el mundo es más global y los clientes entienden que pueden trabajar con mujeres. No creo mucho en las cuotas, pero sí en que a medida que se va abriendo el camino y ocupás espacios cada vez se vive todo más naturalmente. Dirijo el Departamento de Litigios y la mayoría de los jueces son mujeres. Si hay algo que no se ve en la justicia es que haya una cuestión rara por eso. A nadie se le ocurre cuestionar ese hecho y es porque todos estamos muy acostumbrados a que sea así. Eso no te pasa en otros ámbitos porque somos minoría.

¿Y qué ocurre con sus pares hombres?

SG: Con los que trabajan con nosotras en FERRERE, jamás sentí que hubiera una rivalidad especial por nuestra condición diferente de masculino-femenino.

VR: Creo que hay peores y mejores relaciones humanas y que nada tienen que ver con el hecho de que seamos mujeres.

SG: En la firma eso se vive muy naturalmente y hasta me parece que no habría lugar para otra cosa porque sería muy chocante. Afuera es diferente. El mercado legal uruguayo es muy conservador, aunque está cambiando. Cuando nosotras buscamos trabajo hace 16 años no existían las mismas oportunidades que hay hoy y siendo mujer, mucho menos. Y si no tenías padre, tío o algún familiar que fuera abogado era difícil entrar solo con tus méritos académicos.

SG: Había lugares que sabía claramente que nunca iba a entrar. Entonces no había muchas oportunidades si eras mujer. El futuro no era nada claro. Creo, personalmente, que la firma ayudó mucho a cambiar el mercado legal uruguayo. Cuando viene un actor nuevo y empieza a cambiar las reglas de juego hay que adaptarse. Hoy se sabe que si se van a contratar solo hombres se perderán un montón de talentos.

Nota publicada en revista Galería en edición del jueves 15 de noviembre de 2012.