“Todo lo que vea y oiga en el ejercicio de mi profesión, y todo lo que supiere acerca de la vida de alguien, si es cosa que no debe ser divulgada, lo callaré y lo guardaré con secreto inviolable”. Juramento Hipocrático (500 a.c.)


La Comisión de Salud Pública y Asistencia Social de la Cámara de Representantes tiene para su estudio un proyecto de ley que propone, entre otras cosas, el “uso obligatorio de dispositivos de audio y video en los bloques quirúrgicos de todos los centros de salud, tanto públicos como privados, los que tendrán por objetivo registrar la totalidad de las acciones y procedimientos que se cumplan en los mismos”.

El proyecto establece que “En todo caso deberá asegurarse la privacidad de los usuarios y del personal de salud que se encuentre presente o intervenga en las acciones y procedimientos y resulten filmados o grabados, rigiendo el principio de confidencialidad como derecho y deber de todas las partes”.

En su exposición de motivos, el texto expresa que la complejidad de las organizaciones y de los procedimientos disponibles para la atención de salud no han impedido una serie de situaciones que pueden causar perjuicios a los usuarios, lesiones irreparables o incluso la muerte. En tal sentido propone la articulación de distintos elementos físicos que obren como garante tanto para las instituciones sanitarias como para el personal de salud y los pacientes, evitando errores y minimizando situaciones adversas en los actos quirúrgicos.

Se presenta como un símil de las cajas negras utilizadas en materia de aviación.

El proyecto pone arriba de la mesa un debate muy saludable sobre la situación actual de los mecanismos de control y prevención de la mala praxis y su interacción con el derecho a la intimidad de los pacientes.

¿Qué más podemos hacer para minimizar el margen de error?

La capacitación continua y la protocolización de procesos son elementos importantes que, en definitiva, apuntan a dejar poco margen a la improvisación.

No es menos importante un efectivo control sobre el cumplimiento de los procesos. La caja negra se presenta como una alternativa para la implementación de ese control.

El proyecto pone acento en del derecho de la intimidad del paciente y el deber de secreto del médico y del personal de salud. Dispone que la institución médica deberá garantizar el carácter confidencial de los registros, de lo cual será responsable.

También prevé la posibilidad de que la información sea utilizada con fines docentes, siempre que se salvaguarde la identidad del paciente y del personal interviniente.