Artículo de Federico Silva para Cinco Días.

Casi nueve de cada diez empresas son familiares. En el mundo y aquí, en Paraguay, las empresas familiares son esenciales para la economía. En Estados Unidos, Brasil, Argentina, Chile y México, por ejemplo, más del 90% de las empresas son familiares. En Paraguay, donde son más de 700.000, producen el 65% de los bienes y servicios y generan el 66% de los empleos.

Ahora, esta enorme incidencia no les asegura la continuidad. La falta de una adecuada planificación estratégica para la sucesión generacional termina con la mayoría de empresas familiares: tanto en el extranjero como en nuestro país, 75% transitan la primera generación, la de los abuelos fundadores, 16% la de los padres, 8% la de los hijos, la tercera y, finalmente, apenas el 1% sobrevive a la cuarta generación, la de los nietos.

Ese desgaste patrimonial, una verdadera regresión que puede afectar los lazos afectivos familiares, puede evitarse adoptando medidas para asegurar la adecuada preservación de la empresa familiar. La generación activa, previendo la transición de una empresa familiar a favor de quienes continuarán su giro como quisieron los fundadores, constituye un gran reto. Hoy, bajo la Ley 921/96 “De Negocios Fiduciarios”, existen herramientas útiles, como el fideicomiso testamentario o el fideicomiso societario, que pueden garantizar esta transición.

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