La demanda del servicio de cobros y recuperos ha tenido un fuerte crecimiento durante los últimos meses. FERRERE tiene oficinas en Tacuarembó, un departamento que depende mucho de la actividad rural, y donde ya “desde el año pasado se empezó a sentir un parate grande en la actividad y eso comenzó a provocar roturas en las cadenas de pagos", explicó al diario El País el socio de FERRERE, Julio Iribarne.

En el norte del país "hay problemas en el cobro; en algunos casos se refinancia, en otros se difieren pagos y también hay empresas que directamente cerraron".

La problemática de las cuentas impagas también incluye a las industrias, como la maderera y la frigorífica. Ante el incumplimiento de los compromisos, aumentó la contratación de los servicios para la gestión de cobranza, tanto a nivel extrajudicial como judicial.

"Cuando se viene de una época de tantos años de bonanza el cliente no quiere llegar a la Justicia, porque prefiere mantener la relación comercial con el deudor hasta que se convence que no le queda otra. Ya están empezando a aparecer casos judiciales", sostuvo Iribarne.

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