Daniel Ferrere: Provocador inteligente

Estaba en el apogeo de su capacidad de provocar con argumentos y propuestas, con una fuerza intelectual arrolladora. Por ello, cuando el helicóptero que pilotaba él mismo y su propia vida terminaron en las aguas frente a Kiyú, en San José, la noticia generó consternación en diferentes sectores de la sociedad. Inclusive, años después de su fallecimiento se señala que se extraña su ausencia en el debate de ideas, como ocurrió cuando El Observador volvió a publicar en 2015 una columna de Fererre sobre educación de 2009.

Se doctoró en Derecho en 1974 y cursó un máster en la Universidad de Harvard. Escribió artículos periodísticos sobre variados temas; sus columnas en El Observador tenían fervientes seguidores. Sus escritos fueron recopilados en el libro Daniel Ferrere: pensamiento en acción. Fue director del Colegio de Abogados y presidente de la Cámara de Comercio Uruguay-Estados Unidos, entre otros.

En una recordada entrevista con Voces del Frente se definió como un conservador compasivo. “Los mejores deben tener más premios que los peores, pero la sociedad debe proveer un mínimo de vida decorosa para todos sus habitantes; es un error gravísimo propender a la igualación forzada”, opinó.

Para Ferrere, Uruguay, y fundamentalmente el Estado, necesitaba una “dosis masiva de eficiencia”, y alertaba por una preocupante disgregación social. Había sido contactado por el presidente José Mujica, quien había comenzado su mandato pocos meses antes del accidente, para que lo asesorara en materia de reforma del Estado. Ferrere proponía que los empleados públicos tuvieran una calificación, movilidad, y que fuera posible despedirlos.

A mediados de la década del 1980 dio inicio al “proyecto Ferrere”. En un pequeño apartamento en el centro de Montevideo y con cuatro abogados, estaba convencido de que iba a llegar a tener el estudio más grande de Uruguay, en un mercado tradicional en el que reinaban antiguas firmas.

En la década de 1990, las grandes empresas de auditoría a nivel mundial empezaron a fusionarse con estudios de abogados. Ferrere decidió hacer a la inversa: crear su propia firma de consultoría. Fue así que nació la renombrada firma CPA Ferrere.

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